Es curioso como en tan pocos años uno puede sentir que tiene tantas deudas pendientes, y no me refiero a responsabilidades monetarias, sino a obligaciones morales que uno mismo se va creando en el camino de la vida. Son pequeños pellizcos en tu cabeza que no te permiten dormir, eso que sabes que en determinado momento debes cumplir. Puede ser un viaje a algún lugar, probar una comida en especial, reencontrarte con un amigo de la infancia, conocer a alguien que admiras, conquistar a la mujer u hombre de tus sueños o, ciertamente, puede ser también experimentar ese juego que por alguna razón te saltaste en el pasado. En Deuda Histórica nos dedicaremos a esto último, a pagar esas deudas de juegos pendientes y narrar nuestra experiencia en el proceso.
Un juego que se escapó de mi infancia
Sin duda alguna mi consola favorita -y la que más me marcó, por cierto- es la Super Nintendo, mi primer dispositivo de videojuegos propio. No me malentiendan, también jugué antes que eso NES e incluso Atari, así como igualmente tuve el privilegio de tener en mi hogar una Sega Genesis, a la cual también le tengo gran cariño, pero nada causó el impacto y me dejó más recuerdos de niño que la SNES.
Cuando pequeño jugaba sin preocupaciones, no estaba al tanto de noticias de juegos y ni siquiera leía revistas. Yo jugaba, así de simple. A pesar de eso, grandes e inolvidables títulos fueron parte de mi infancia: Mega Man X, la trilogía de Donkey Kong Country, Super Mario All Stars, Super Mario World, Killer Instinct, Street Fighter II y, por supuesto, Aero Acrobat 2, entre muchísimos otros no tan emblemáticos, pero que yo atesoro como si fueran los mejores juegos. Sin embargo, hubo uno que recién muchos años después supe que existía: The Legend of Zelda A Link to the Past, el juego que se escapó de mi infancia y que decían fue uno de los mejores de la consola.
Ya cuando joven, siempre que pasaba por el Paseo las Palmas (que quedaba cerca de mi colegio) me fijaba si es que ese cartucho estaba. Jamás lo vi, pero tenía esas ganas de experimentar este título en mi querida consola que todavía tengo, tenía esas ganas de poder soplarlo, colocarlo en la ranura y agregarle un delgado pedazo de cartón detrás para que el juego fuera leído apropiadamente. Finalmente no lo logré. Fue entonces, ya muchos años después, cuando se anunció y más tarde salió a la venta The Legend of Zelda: A Link Between Worlds, secuela del original con la misma jugabilidad e incluso similar mapa. Lo compré el primer día que salió a la venta, pero no podía incursionarme en esta aventura sin todavía haber pagado mi deuda histórica. Me dije: «Ok, esperaré a que salga en la eShop», y así hice, y lo compré también la primera semana que salió a la venta. Pero una vez más dejé el tiempo pasar, absorbido por otros juegos y ocupaciones de la vida.
Hace ya un tiempo atrás, nuestro canal amigo NDeluxent nos invitó a participar de la segunda temporada de una serie de vídeos que estaban realizando como parte de su documental online Trifuerza La Gran Leyenda. Nemesis, Daziman e Index participaron, pero yo respetuosamente no quise intervenir. Zelda II, Ocarina of Time, Twilight Princess y Skyward Sword son los Zelda que había jugado hasta la fecha, quizás suficiente para tener algo que opinar, pero en mi mente estaba esa espina, A Link to the Past, y ahí si que me decidí, aprovecharía estas vacaciones para jugarlo, y aleluya, finalmente lo hice.
Mis expectativas iniciales
Algo increíble es que llegué al juego completamente en blanco. Nunca quise averiguar nada y escapé de cualquier imagen durante toda mi vida. No fue algo obsesivo, simplemente se dio así. Siempre había escuchado opiniones divididas que decían que entre Ocarina of Time, Majora’s Mask y A Link to the Past estaba la pelea por el trono del mejor juego de Zelda. Habiendo jugado Ocarina of Time, mis expectativas iniciales eran altas, pero también moderadas en cuanto sabía que el factor nostalgia no tendría un rol importante en esta oportunidad. Si el juego resultaba no ser algo tan especial, no me habría impresionado y habría entendido que era una ilusión creada por todos aquellos que tenían un enlace a su pasado con este título. Felizmente, llegar en blanco fue algo magnífico, pues desde el comienzo sentí que estaba a punto de experimentar algo único.
Primera impresión
Obviamente eludiré cualquier spoiler y no daré detalles de con qué fue exactamente con lo que me encontré al jugarlo, pero sí puedo decir que la emoción se experimenta desde el primer instante. Nada de comienzos tranquilos ni de esperar para que comience la acción, al más puro estilo de mis entrañables juegos de SNES desde el momento en que apreté Start para iniciar el juego ya me encontraba realmente jugándolo. Y muy de esa época también, no tuve que pasar por ningún tipo de tutorial insoportable: Volví a aprender jugando.
Me encontré con diálogos que decían lo justo y necesario para poder continuar con un objetivo en mente, haciendo que la historia se desarrollara en conjunto con el juego y no como algo aparte que te podía sacar de la experiencia. Algunos textos con información importante terminaban en un cortez «Do you understand?», dándote la posibilidad de releer si es que no habías estado atento. Lo que en realidad te enseñaba a que es mejor siempre estar atento para no pasar malos ratos más adelante en el juego. Solamente en la primera parte del juego se te entrega todo el contexto de la aventura que deberás emprender y consigues aprender todo lo básico de jugabilidad que necesitas simplemente probando, más algunas instrucciones precisas. Lo mejor: Todo se siente integrado, no existen mecánicas que se separen del núcleo esencial. Verdaderamente una muy buena primera impresión que inmediatamente me hizo pensar: «Sí, quiero seguir jugando este juego hasta el final».
Todo lo que un juego de Zelda debiese ser
Lo diré de inmediato, porque es lo que siento: A Link to the Past es todo lo que un juego de Zelda debiese ser, y haber aprendido eso recién hace algunos días atrás me encanta, porque creo tener la madurez como jugador para entenderlo y proyectarlo. Personalmente en el buen diseño y en ideas diferentes es donde suelo encontrar mayor satisfacción en videojuegos. Super Mario Galaxy, Portal y Fez son todos tesoros contemporáneos que me han volado la cabeza, y así como ellos, tanto Skyward Sword como Twilight Princess fueron dos juegos que disfruté muchísimo por su diseño e ideas. Sin embargo, en A Link to the Past, aún conociendo ya la formula de Zelda, encontré satisfacción en algo totalmente diferente: El sentido de aventura. En la simpleza encontré algo épico que surge desde uno mismo al jugar y no se te intenta entregar a través de vídeos o falsas satisfacciones que están presentes en gran parte de lo que jugamos hoy.
Si bien es cierto, el mapa te muestra números que representan el orden relativo en el que debieses acceder a las dungeons y esto produce una libertad limitada, encontrar la manera de llegar a estos o de abrirlos requiere tanto de estar atento a pequeñas y muy específicas pistas que te dan esos diálogos precisos como de ingenio para utilizar todas las herramientas que has adquirido hasta el momento, en una combinación orquestada de items y espada. Admito que en al menos un par de ocasiones me quedé totalmente estancado, sin saber exactamente qué hacer o qué me estaba haciendo falta para seguir avanzando. La primera vez que me pasó hice un recorrido por completo por todo el mapa buscando la solución, pero ya las siguientes veces fue más una cosa de detenerme a pensar y mirar el mapa hasta entenderlo por mi cuenta. Un sentimiento de satisfacción que produce una efectiva conexión con el juego.
Con lo que ya he escrito, de más está decir que este es el primer Zelda que juego con la perspectiva clásica que caracterizó a esta serie en sus inicios. Sí, soy un hereje, debería renunciar como editor en jefe de la página. Con esta perspectiva descubrí algo que los juegos de Zelda en 3D difícilmente pueden lograr: Tener todos los elementos a la vista y constituir verdaderos puzzles para resolver. Tener siempre en consideración todos los items no solo ayuda a resolver diferentes situaciones, sino que además te ayuda en los jefes de manera aleatoria y no con la formula actual de «si lo obtienes en este dungeon, entonces te sirve con el jefe». No existe esa sensación de obviedad que ahora veo puede dañar a los juegos más recientes de la saga. No sé si es un juego perfecto, tengo mis reservas y la sensación de que no lo es, pero es un juego sin esperas innecesarias, con énfasis en lo desconocido y en la aventura, con puzzles satisfactorios y jefes que al derrotarlos te hacen respirar profundo del alivio, es todo lo que un juego de Zelda debiese ser.
Paso del tiempo
El tiempo avanza muy rápido y es increíble pensar que un título como este tenga ya más de 20 años. Especialmente con el renacer de juegos en 8 bits y 16 bits, producto de la creciente industria indie, no pareciera que ni un año le haya pasado encima y perfectamente podría verlo como el más reciente lanzamiento independiente si lo juzgara en cuanto a gráficas. En jugabilidad, sin embargo, es un título que da cátedra todavía hoy y que es fácil entender cómo sirvió de inspiración para tantos desarrolladores actuales. A Link to the Past representa que el héroe del tiempo tiene bien ganado su nombre.
Mi veredicto: No puedo esperar
«May the way of the hero leads to the triforce» es una frase recurrente y significativa en A Link to the Past que te empuja a seguir con la aventura hasta el final. Los juegos de Zelda tienen esa premisa de que uno es el héroe y, por lo tanto, he decidido permitir que mi camino me siga llevando a la trifuerza y durante el año pagaré varias deudas que tengo con la saga, incluyendo Majora’s Mask y Wind Waker, por nombrar ejemplos emblemáticos que acentúan mi condición de videojugador hereje. No creo que escriba de ninguno de ellos para no volver repetitiva esta sección, pero servirá para anticipar un nuevo lanzamiento de la franquicia a final de año, el cual se dice volverá a las raíces, lo que espero signifique basarse una vez más en lo cimentado por A Link to the Past. Por lo pronto, no puedo esperar para comenzar A Link Between Worlds y continuar mi aventura a la trifuerza.
Y tú, ¿Tienes una deuda histórica?
Comentalo aquí mismo y, si te animas, puedes escribir un completo artículo al respecto en nuestro Circulo IR.