Dos Centavos es un espacio en que entregamos nuestra opinión acerca de los temas que más nos interesan, aun cuando nadie nos la pida. Serie de ocho episodios editada por Alex Wheeler, narrada por Aero y coescrita por el staff de IRGamers, que en este segundo episodio muestra una opinión conjunta de Alex y Aero acerca de porqué no son suficientes las secuelas espirituales.
Queda a opción del lector seguir leyendo o ver el video. Nosotros altamente recomendamos ver el video.
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Sin lugar a dudas, la historia de los videojuegos nos ha dejado varias experiencias memorables que, por distintos motivos, no han vuelto a verse en el panorama actual tal como las conocíamos originalmente. Muchas franquicias se han quedado en el pasado y, por razones que podemos o no conocer, las desarrolladoras se niegan a traerlas de vuelta. Atrás quedaron, por ejemplo, Castlevania, Banjo Kazooie o Earthbound, todos juegos muy queridos que desearíamos que regresaran.
En este contexto, es que los últimos años han aparecido estudios o personas que han puesto manos a la obra para dar vida a estos sucesores de manera extraoficial. Son los herederos espirituales, pero… ¿Logran estos llenar el vació que dejaron las obras que intentan replicar?
Grandes olvidados
Lo tenemos claro. Hay juegos que queremos de vuelta, ya sea debido a que marcaron nuestra infancia, porque dieron una vuelta de tuerca importante en su momento o simplemente porque, tal cual como eran, bastaban para otorgarnos horas de diversión. Así, son varios los títulos que queremos revivir y verlos adaptados a la escena actual del videojuego para disfrutar tanto como lo hicimos en antaño.
Sin embargo, esta industria no es la misma de hace años atrás. Para bien o para mal, la comunidad ha crecido y los jugadores más nuevos pueden no sentir el mismo sentimiento de cercanía y nostalgia con sagas que no jugaron en su momento. Hay muchas franquicias nuevas que se han hecho un espacio en la escena actual, con un techo más amplio incluso que el de algunas propiedades intelectuales recordadas por muchos y que hacen que para las empresas sea innecesario, y hasta riesgoso, recurrir a estos estandartes del pasado.
Nos encontramos entonces con un problema comercial, en que como jugadores demandamos el regreso de algún juego que eventualmente podría no cubrir la previsión económica de quienes lo desarrollan o que puedan llegar a compartir butaca y calendario con otra franquicia que está mucho más firme en el mercado. ¿Se imaginan, por ejemplo, a Goldeneye compitiendo directamente contra un Call of Duty? ¿Creen que le iría bien? Miren, es posible que sí, pero el escenario es inevitablemente de gran incertidumbre.
Ahí tenemos el caso de F-Zero, que Nintendo tiene pendiente hace varios años y que la misma empresa nipona ha destronado con Mario Kart, que actualmente ofrece una experiencia más o menos similar con la antigravedad y la dificultad de 200cc. O también, podemos mencionar el caso de sagas que han cambiado de rumbo, como Castlevania, al que difícilmente veremos en 2D nuevamente, sobretodo si comparamos las ventas de Lord of Shadows contra las ventas de Mirror of Fate.
Surgimiento de los herederos
Por lo anterior, surgen las llamadas secuelas espirituales, desarrolladas gracias a pequeños grupos de personas que intentan reencarnar una experiencia del pasado sin las presiones comerciales y de imagen que posee un gran estudio. Así, tenemos como ejemplo a los chicos de Shin’en, quienes crearon Fast Racing Neo o más recientemente Fast RMX, los que son conocidos como excelentes herederos espirituales de F-Zero, al punto que la última entrega incorporó a su emblemático narrador. Asimismo, está BloodStained, hijo de Castlevania, heredero de Koji Igarashi, quien fuera desertor de Lord of Shadows y protector del 2D.
Por el contrario, también tenemos algunos ejemplos claros y muy publicitados de fracaso, como los desastres que fueron Yooka Laylee y Mighty N°9, las supuestas secuelas espirituales de Banjo Kazooie y Mega Man que, pese al gran apoyo de fanáticos, resultaron en productos desprolijos en diseño y mediocres en su afán de revivir la experiencia perdida del pasado.
El efecto placebo
Lo cierto es que ser un heredero espiritual no es garantía alguna de éxito, pues realmente no son secuelas o sucesores de ningún tipo. Son estrictamente nuevas propiedades intelectuales que buscan atraer nuestra atención con similitudes a aquellos juegos que anhelamos y simplemente se asocian a un nombre recordado, pero generalmente están lejos de ser lo que dicen replicar. Definitivamente no es lo mismo. Es un efecto placebo que funciona bien, pero… ¿En cuántos casos ha llegado uno de estos herederos a ser memorable como las experiencias de antaño? Muy pocos y quizás ninguno.
Estos sucesores no dejan de ser una estrategia comercial camuflada de buen rollo y amor por la saga. Al fin y al cabo, y contra toda otra buena intención, el dinero manda. No por nada es que apelan directamente al tuyo en algunos casos para prácticamente eliminar el riesgo involucrado en el desarrollo del juego, lo que en algunos casos genera un resultado muy positivo y en otros se ha llegado a convertir realmente en una estafa nada transparente de no saber qué ocurre con el dinero. ¿Se acuerdan cuando los desarrolladores de Yooka-Laylee pedían 500.000 libras más para pulir el juego y poner DLC gratuito a los contribuyentes, aún cuando hacer el juego es su totalidad costaba solamente 175.000 libras? Fuck logic.
El tiempo nos ha enseñado a desconfiar y a entender que es mejor aceptar estas nuevas propiedades como lo que son. Apreciar lo bueno y asimilarlo, no compararlo con la serie que nos gustaría que fuera. Valorar a los desarrolladores que toman lo que sirve y le dan forma propia, separándose de la materia prima. Saber que un sucesor espiritual solo nos hará aminorar la espera por una fracción de tiempo pequeña que de seguro no será suficiente, pues este bebe de una herencia que se ha adjudicado, pero que difícilmente pasará a la historia. Todo es publicidad. No son secuelas, no ofrecen mucha cosa nueva que no se haya visto en aquel padre al que miran desde abajo, y del que heredaron sus principales cualidades.
Cuando los grandes no apoyan a los pequeños: Una oportunidad desaprovechada
No me malentiendan, no me desagrada en absoluto la tendencia de los herederos espirituales, especialmente cuando se nota que están hechos con cariño y respeto, pero es una verdadera lástima verlos en acción y pensar que, por ejemplo, si Fast RMX hubiese tenido la licencia de F-Zero y su estudio hubiese contado con el total respaldo de Nintendo, podríamos haber tenido el lanzamiento de la Switch con el regreso de un título tan esperado.
No termino de comprender cómo hay herederos espirituales con tan buen aspecto que terminan sin ver la luz como Shadow of the Eternals, ese sucesor espiritual de Eternal Darkness: Sanity’s Requiem, que lamentablemente fracasó en su campaña de financiamiento, no pudiendo llegar a buen puerto hasta el día de hoy. De hecho, de momento, no he sabido de alguna gran desarrolladora que tome un proyecto «heredero» en sus manos y la verdad es que no lo entiendo, siendo una oportunidad tan a la mano para satisfacer a los fanáticos; Tan fácil como ofrecer parte del financiamiento, entregar soporte técnico o ceder licencias.
Y es que, aunque los resultados puedan ser geniales, el tirón comercial y el recuerdo de estos herederos espirituales suele tener un rápido final. Son más bien un aperitivo que nos satisface mientras esperamos el plato fuerte, el cual puede que no llegue en mucho tiempo. Son un placebo.
Ahora, menos mal que existen regresos triunfales como el de Mega Man para no hacernos perder la esperanza, porque esas sagas que tanto queremos tener de vuelta puede que planeen quedarse en el baúl del recuerdo por mucho tiempo más.
Por el momento, no nos queda más que disfrutar de estos placebos llamados herederos espirituales. Vendrán más seguramente, las ideas se agotan y colgarse de algo que fue muy bueno en el pasado es una publicidad gratuita muy buena.
Y esto han sido… mis dos centavos